Cuando los españoles trajeron por primera vez a los cerdos a la isla de Cubagua y posteriormente a Margarita, por allá los años 1500, no se imaginaban que más de 500 años después, quien escribe les estaría tan agradecido.
Y aunque mis médicos me regañen por el tema del colesterol y los triglicéridos, no puedo dejar de comentarles de un lugar medio escondido en Las Piedras del Valle, que se especializa en vender uno de los chicharrones más crujientes y deliciosos que he probado.
Álvaro Agustín León, es nacido y criado en Las Piedras del Valle, un “margariteño rajao” como él mismo se define.
Ubicado en la calle Monseñor Eduardo Vásquez, frente a la biblioteca Agapito Salgado, y debajo de sendos arboles que semejan una planta de eucalipto sobrecrecido, está su tarantín.
En caso de que no lo encuentren, bajen la ventanilla de sus vehículos y afinen su nariz, que el olor seguro les hará llegar al mejor estilo de un GPS. Álvaro León hace chicharrón desde 1998 de una manera muy particular.
“Eso está en la picada del chicharrón. Hay que picarlos delgadito” nos comenta, al elogiar lo crujiente que son.
A mí particularmente me encantan que estén bien tostaditos y estos definitivamente parecen una galleta de soda. Como un chicharrón debería ser, con poca grasa y muy crujiente.
Aunque le insistí muchísimo por su receta, como buen cocinero, jamás develó el ingrediente secreto. Y es que no sólo la textura es la adecuada, sino que su sabor tiene un tono diferente a otros chicharrones que había probado anteriormente.
Prosigue a explicarnos el método de cocción, que no es más que abundante aceite a fuego a muy altas temperaturas, para que no “se ponga chicloso” como él mismo relata.
Una de sus técnicas, es dejar que el chicharrón desgrase. Inicia el caldero con más de 13 kilos de piel y carne de cerdo, para terminar con sólo tres kilos de chicharrón, lo que queda de esta preparación se convierte en grasa liquida que vende a quien esté interesado, sobretodo en diciembre para darle más sabor a los panes de jamón.
Además vende morcillas, chorizos, lengua, costillitas, cochino frito y un pernil de padre y señor mío. Y después de las 5 de la tarde una parrilla con todos sus acompañantes.
“Uno tiene que ver, que es lo que le gusta al cliente, no a tratar de llenarte el bolsillo” nos comenta Alvaro León sobre su filosofía de negocios, cosa que habla muy bien del cariño y dedicación que le pone a cada uno de sus creaciones.
Yo acompañe mi bolsita de chicharrón crujiente con arepitas y un papelón con limón que hizo el maridaje perfecto con una tarde fresca y una excelente compañía. Ya estaré llevando a cuanta persona pueda para que prueben los chicharrones de Las Piedras del Valle, que sin duda son uno de los más ricos que he probado.
Publicado en www.ElEsteNoticias.com